Sexta entrega de Los Gradin para Proyecto Norte
Todavía no sabían si la panza era de
uno o de dos, de mujer o de varón. Ni siquiera les habían dicho a los chicos,
para no llenarlos de ansiedad. Pero fue ver ese terreno e imaginarse en el
barrio, aunque les faltaran algunos datos. No hablaban de otra cosa. Soñaban
con su futura vida, hacían chistes, se imaginaban dónde pondrían cada mueble.
Lucho le propuso a Xime que cada uno,
por su cuenta, hiciera el plano de la casa de sus sueños y los compararan a los
dos días. Así lo hicieron.
-¿A ver? Dale, mostrame.
-Mirá- dijo Ximena, orgullosa de su
genial diseño.
-Mmmmmmmm. ¿Acá es donde vamos a
jugar al ahorcado?
-Noooo, pavo, eso es la ducha.
-Ahhhh, ok, ok. ¿Y esto enorme es el
living?
-¡Noooooo! ¡El vestidor! Y acá la
huerta, en el jardín, obvio.
-¿Abajo del balcón? ¿No necesita
mucho sol?
Se enojó la Negra. Y mucho. Le sacó
el dibujo de un manotazo.
-¿A ver, vos, César Pelli, qué
pensaste?
-Esto. Cancha de fútbol, pileta,
quincho y parrilla.
-¿Juegan al fútbol y cuando están
bien sucios se tiran a la pileta? Mirá qué buena idea… ¿Y mi huerta?
-Ehhh, ya le vamos encontrar un
lugar. Y en la casa, un gimnasio.
¿Para qué, si tenés todo para estar
afuera y correr?
-Para cuando llueva. Y también un bar
y una cava.
-¿Una cava? ¡Si no distinguís botella
de damajuana, vos!
Ay, eso le dolió en el orgullo. Se
acabó el consenso y se acuchillaron con los ojos.
Estaban espalda contra espalda cuando
pasó Joaco, y les dio su propio dibujo.
-Esta es la casa que Nico y yo
queremos.
La miraron los dos, con extrema
atención.
-Qué linda, Joaco. ¿Es un iglú?
-No, es como la casa en la que vive
Schumi. Nos metemos los cuatro y estamos juntos. Con Schumi cinco.
A veces nos desenfocamos ¿no es
cierto? Y tiene que venir un asesor de 4 años a mostrarnos lo que importa.
Lucho y Xime lo abrazaron y
repensaron muchas cosas. Faltaba bastante para esa instancia, pero podían empezar
por prestar atención e ir anotando lo que realmente iban a querer tener en la
casa de sus sueños como familia.
Aburrido del abrazo, Joaco se
escurrió y se fue corriendo a jugar, pero antes de llegar al pasillo les gritó:
-Ah, y me olvidaba: con la bebé vamos
a ser seis.
Ilustración: Pini Day